sábado, 1 de febrero de 2020

¿REPÚBLICA O REBATIÑA?


¿REPÚBLICA O REBATIÑA?

Por Xavier Padilla 

Me preguntan mucho si Páez, a diferencia de Bolívar, era entonces bueno… Pero por supuesto que lo era, como jinete y lancero.
    ¡Por favor! Lo que hay que entender es que todos los que participaron de la idea de «independencia» fueron unos oportunistas que querían principalmente quedarse con aquellas tierras y repartírselas. De Miranda para abajo.
    Claro que engrupían con su retórica, usaban un lenguaje ilustrado que muchos aún no reparan en lo extremadamente demagógico y fanático que era, tomado directamente de la revolución francesa, arrobado en el delirio ideológico ultra fetichista de un racionalismo al servicio de la guillotina, el igualitarismo y unos derechos del hombre que despenalizaban el robo y convertían la revolución laica en religión de Estado. Y el Estado en rebatiña.
    En lo que respecta a Hispanoamérica, el problema hoy no es para nosotros discernir entre la crueldad de uno de estos «próceres» y la bondad de otro, sino comprender que todos estaban básicamente en lo mismo. España no representaba ningún yugo ni despotismo. El despotismo lo tenían estos caudillos (piratas de tierra) contra sus esclavos y subordinados, el cual pusieron sin vacilación a la primera de cambios al servicio de sus intereses. En vez de defender a España de Napoleón, conspiraron contra ella en su peor momento. Algo sumamente bajo como «gesta».
    Ya es hora de que redescubramos la verdadera historia, la escrita por ellos la conocemos demasiado y no cuadra. Primero hubo un enorme complot internacional en forma de propaganda contra España, que por supuesto continuó después de la «independencia» como política educativa. Pero todo comenzó desde Gran Bretaña, Holanda, Francia, Alemania y el protestantismo. Una conflagración, en suma, geopolítica y variopinta, tan universal como la masonería en el auspicio de estos cipayos locales que hablaban de belleza y piedad en sus cartas, mientras perpetraban genocidios fraticidas y parricidas; los vencedores que se auto glorificaron más rápido que inmediatamente con títulos militares inventados como «Generalísimo» y «Libertador». Pero lo que no se debe perder de vista es que todo el movimiento independentista es una farsa, no éste o aquél personaje.
    Hay que entender que esta república nació por violación, y que somos por tanto un país bastardo (e inventado) al cual le borraron la memoria y le fabricaron otra. Por eso no sabemos quienes somos. Ignoramos haber sido una provincia española y lo importante que ello era en el mundo. Cada provincia era España, la nación múltiple, diversa, novedosa y más próspera del planeta. Había más novedad por definición en el Nuevo Mundo que en el viejo, y la parte peninsular del reino estaba también más interesada en el desarrollo de esta novedad que en el revanchismo europeo, sobre todo el decimonónico de los auto iluminados. Eso no le interesaba a la Corona, llevaba tres siglos construyéndose otro universo aparte.
    Nuestro continente quedó arrasado y desmembrado tras las guerras; Venezuela perdió un tercio de su población y los «patriotas» saquearon hasta las iglesias. Bolívar mismo asesinó a un montón de curas en Angostura; y sus tropas quemaron iglesias con gente dentro. Es apenas un detalle anecdótico entre muchos, muchos más. Había importado para ello no sólo a casi la totalidad de sus tropas, sino al terror de Marat, al genocidio de la Vendée. El salvajismo de Boves no es gratuito.
    En fin, en Hispanoamérica había triunfado la leyenda negra anti española, y a la «independencia» lógicamente sólo pudieron seguirle cien años de guerras intestinas por el poder. Y otros cien de corrupción.
    Henos aquí, pues, estando como estamos...
    ¿Qué más queríamos?

X. P.