jueves, 10 de septiembre de 2020

INEFICIENCIA EXITOSA Y PLANIFICADA


INEFICIENCIA EXITOSA Y PLANIFICADA 


Por Xavier Padilla 


Venezuela era también una potencia en gas. Ahora lo será en leña. Un amigo ingeniero, mención en perforación de pozos, me explicó que la vida útil de un pozo de gas es de aproximadamente 170 días, durante los cuales hay que perforar el siguiente que esté listo para operar. Cada pozo extrae entre 5.000 y 7.000 barriles diarios. Pero ya prácticamente no se hacen perforaciones y los pozos se cierran. Hoy sólo trabajan en Venezuela 35 Garzas de hierro de más de 13.000 que había, y de esas 35 no hay dónde almacenar su producción, los tanques están dañados.

    El país ha llevado tanta leña que es al parecer lo único que le queda. Sin entrada de gasolina está al borde del abismo. La arrogante clase política interina, por su parte, en vez de conminar al mundo, mostrándole que la tiranía narco terrorista es un conglomerado armado al margen de cualquier estatus político, y que el restablecimiento del Estado venezolano pasa por la erradicación física de tal conglomerado; y que ya se ha intentado todo el resto, que ninguna diplomacia ni mecanismo de presión distinto de la fuerza militar lo hará abandonar el poder; dicha clase parasitaria en cambio, digo, está más pendiente de asegurar su reconocimiento (a pesar de una gestión inexistente) y de echarle manos a los dividendos financieros del apoyo internacional, que de hablarle claro al mundo, que es para lo cual debería servir su mediación entre él y el país (al cual tan inmoralmente desrepresenta).

    La razón de que no haya otra manera que una acción bélica para sacar a la tiranía es de fondo, y está lejos de ser entendida por esta falsa oposición (en caso de interesarle): la destrucción de Venezuela obedece a un plan, no al fracaso de un modelo. Se trata de una destrucción que ha sido todo un éxito al haberse creado planificadamente las condiciones ideales para transferir de manera legal y progresiva la explotación de las riquezas de la nación a una coalición virtual de países aliados que forman un bloque neo-comunista, decidido a arponear la hegemonía estadounidense y a subvertir el orden cultural Occidental, que es un sustrato en evolución de los valores morales del Cristianismo.

    El crimen del chavismo es haber vendido Venezuela a esta cruzada anti occidental, haberla hecho instrumento y punta de lanza de dicha destrucción. Hugo Chávez recorrió el mundo como un magnate del socialismo ofreciendo a Venezuela como voluntaria «heroína» en la destrucción —a realazos— del capitalismo.

    Lógicamente, hacerla protagonista de ello pasaba por sacrificarla. Para ganar su entrada al club, con pomposidad de ranchero malgastador, el galáctico de la sabana se daba el tupé de ofrendar como una virgen a Venezuela (es decir, las mayores reservas de petróleo del mundo) al Dios de la revolución. Y todo para complacer sus complejos de chorlito bananero.

    La aceptación como proyecto fue instantánea y aplaudida, y puesta en marcha sin demora alguna. Hay que saber que la desaparición de países es normal en el dogma internacionalista del comunismo, allí la única patria es la patria mundial del proletariado, en función de la cual las naciones particulares no sólo pueden, sino que deben desaparecer.

    Entregar el manejo de toda la riqueza de Venezuela a la sociedad del futuro (esa Comuna utópica de los tiranillos trasnochados, que es en realidad la granja de sus sueños) requería que antes de ello Rusia y China tuviesen derechos que reclamar y defender en ella. Venezuela: un puerto de beligerancia corrosivo en las faldas del «Imperio». Y en el mero centro del continente y del hemisferio. Era lo que intentó Fidel en Cuba, pero sin contar con el país perfecto: uno ya subconscientemente adoctrinado —por su antepasado bolivarista— en la veneración de las revoluciones, como Venezuela; uno sumamente ignorante de su verdadera historia, ingenuo y rico; uno que fuese, como el nuestro, producto republicano de una leyenda negra antiimperialista.

    Venezuela simplemente es un país perfecto para estar viviendo lo que actualmente vive, una tiranía. Su desgracia es coherente con una casta política opositora que no cuenta con la cultura para deslindarse del régimen sino apenas vivir parasitariamente a sus expensas. Se trata de una clase incapaz de siquiera esbozar el problema, de ver otra cosa en el régimen que ineficiencia y corrupción, y beneficios que recoger de los escombros; tan incapacitada para el desafío histórico que enfrenta el país que a pesar de las pistas que le son puestas en bandeja de plata no ve otra cosa en el régimen que una dictadura, aun cuando las dictaduras no se caracterizan por tener un pelo de ineficientes en el manejo de las riquezas, todo lo contrario. Ésta, que no es dictadura sino tiranía, sabe perfectamente lo que hace: hacerle creer y repetir a estos oportunistas que todo es culpa del socialismo en tanto que modelo fallido, inviable y sumido en la ineficiencia, y que por tal ineficiencia hasta sus aliados rusos y chinos un día la abandonarán y caerá solita. Lo otro es dejarlos aprovechar de las oportunidades de esa ineficiencia.

    ¿Es esta casta ignara, manipulada a través de sus propias flaquezas, la que cuenta salvar a Venezuela? Sin enterarse de su propia estupidez sólo puede conducirnos al abismo. Jamás será capaz de aportar el verdadero relato. La ineficiente es ella.

    Además, siempre pasiva, sin más propuesta que salirle al paso a las iniciativas del régimen con contra marchitas, comunicados y consultas redundantes, es obvio que se sabe embarrada y sólo busca salvarse


X. P.

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