viernes, 12 de julio de 2019

LA HISTORIA REAL DE LA «INDEPENDENCIA» DE VENEZUELA



LA HISTORIA REAL DE LA «INDEPENDENCIA» DE VENEZUELA

Por Xavier Padilla

¿ACTA DE INDEPENDENCIA?
¿EN 1811?
¿LANZAMIENTO DEL YUGO?
¿REPÚBLICA DE VENEZUELA?

¡N I   E N   B R O M A!


En 1800, todos los venezolanos éramos españoles. Decir «venezolanos» era como decir margariteños o falconianos. En otras palabras, provincianos. ¿Pero quién si no algunos engreídos MUCHACHITOS afrancesados podían sentirse disminuidos por ello?
    Venezuela era una decentísima y próspera provincia española que, justo en los 27 años previos a la atroz revolución Bolivariana (la original) había triplicado su economía gracias al libre comercio de sus puertos decretado por el rey Carlos III. Nada justificaba la retórica independentista, sólo la resentida ambición de un oportunismo mantuano, muy minoritario.
    En 1810, con esta revolución pseudo-patriota, nuestra envidiable prosperidad se detuvo por completo. Venezuela, que no era una colonia, sino una provincia del reino, aquella que algunos sobrevivientes al desastre revolucionario luego recordaron como «la más feliz del universo», pasó a ser una tierra arrasada, triste y abusada.
    Venezuela, si alguna vez fue la provincia del crecimiento y la abundancia, es porque el país al cual pertenecía no era otro que España, el más grande y rico del planeta. Nuestra moneda, el «Real de a 8», era la divisa internacional por excelencia, hacía las veces del dólar actual y era la referencia incluso en el comercio asiático.
    Los venezolanos éramos parte del país más extenso de la Tierra, en el continente americano íbamos desde Argentina hasta Canadá. Llegamos incluso a poseer Alaska. Estados Unidos era pequeñísimo, su expansión ulterior se produjo sobre lo que habían sido tierras españolas.
    Pero España fue objeto de una conspiración múltiple, atacada simultáneamente por Francia, Holanda y Gran Bretaña, y desde dentro por Bolívar y San Martín, ambos en alianza con esos países, con los que negociaron ingentes cantidades de riquezas del continente. Así montaron sus ejércitos, llenos de mercenarios y tropas extranjeras. Pero no para liberarnos de una ocupación, sino ocuparnos.
    Se enfrentaron a una población local, orgullosa y leal a la Corona, compuesta de las clases populares, incluyendo la aborigen y la esclava. Y es que antes que venezolanos TODOS éramos españoles, tanto los nacidos en Europa como los nacidos en América. Con los mismos derechos gentilicios. Los esclavos eran españoles, estaban protegidos por leyes que les permitían comprar su libertad por el mérito y el trabajo. Por eso no sólo había negros voluntarios en el ejército español, sino incluso negros Oficiales. Igualmente pasaba con los indios, eran tan españoles como el resto de los venezolanos y tenían aún más leyes protectoras. Nadie podía tocarles sus tierras. Eran realistas, y muchos también Oficiales.
    Los ejércitos de la Corona en el continente apenas contaban con ibéricos, estaban conformados casi totalmente por americanos. Pero fuimos traicionados por un grupo de mantuanos oportunistas que quisieron apoderarse de la región, en un momento en que debieron defender a nuestro reino, primera potencia del mundo, gracias al cual habíamos alcanzado ser la próspera civilización que éramos.
    Nuestra región fue descrita en 1800 –esto es, 10 años antes de la revolución– por el sabio naturalista alemán Alexander Von Humboldt como «la región más próspera y apacible del planeta». La legendaria crueldad del imperio español es, pues, una leyenda, la gran mentira con que todos en la Venezuela republicana posterior fuimos entonces adoctrinados, incluso antes de ir a la escuela. Curiosamente, a nuestro himno le ocurre tener un aire de canción de cuna. Al parecer de hecho era una, a la cual cambiaron el nombre y la letra.
    La propaganda anti española fue brutal, con ella se borró nuestro gran pasado. Fue orquestada y difundida en Europa por los reinos rivales y utilizada intramuros en las provincias por los separatistas. La historia que conocemos fue escrita enteramente por los actores triunfales de la conspiración. Una que no dejó nada en pie, y que habiendo logrado la desintegración del continente vendía entonces un proyecto de integración tan ridículo como el de la Gran Colombia, una integración que ya existía ampliamente y había sido, precisamente, la gran obra del reino.
    El caso es que con la mal llamada «independencia» el continente quedó balcanizado en 20 republiquetas pobres y rivales, disputándose tierras y poder, en una región ahora completamente arrasada por las guerras y el pillaje.
    Los republicanos robaron todo, hasta las iglesias. Las élites que tomaron el poder reconstruyeron las ciudades y pueblos a base de expropiaciones. Los indios perdieron sus tierras, subastadas por los revolucionarios y compradas por nada por los propios subastadores, mantuanos secesionistas. Las disputas mantuanas intestinas por el poder se sucedieron de una generación a otra a lo largo del siglo, las guerras continuaron, pero ahora entre republicanos, como es típico entre codiciosos. Con ellas se condenó la región al atraso.
    Después de la «independencia», estas guerras que caracterizaron al siglo XIX se hicieron terribles hacia el final del mismo. Luego, en el XX, apareció el petróleo, un preciado fósil que le dio a Venezuela la impresión de que finalmente todo tuvo sentido y de que había un futuro a pesar del desastre. Pero con dicho rubro milagroso sólo aumentaron las pugnas domésticas, y no tanto la riqueza.
    Con mucho menos recursos, en otros países y regiones del mundo se produjo y se sigue produciendo infinitamente más riqueza que en Venezuela.
    Todas las élites empoderadas desde la independencia le deben pues su poder a Bolívar, el bandido que les dejó un país para su disfrute personal. He ahí el verdadero significado de la «sublime Libertad». Por eso todos los gobiernos posteriores a Bolívar —no sólo el régimen chavista— obviamente le han rendido culto. «Bolívar, el padre de la patria». La patria de cómplices. La de todos sus herederos. La patria suya, DE ellos.
    Venezuela debe, pues, después de este último Estado forajido bolivariano y de su predecesor, el bolivarista de 200 años, ser fundada sobre la base de un proyecto hispánico enteramente nuevo y deslastrado de toda simbología independentista decimonónica; es decir, no refundarse sino fundarse por primera vez como República (ya que no podemos esperar a que estén dadas las condiciones de reintegración al reino originario); es decir, no como 6ta, sino como 1ra República, tarea coherente a cumplir por aquellos que ganen la guerra contra la actual tiranía.
   ¿Pero tendrán suficiente consciencia histórica quienes venzan…? Me temo que no, pasarán aún muchos años antes de que sepan quiénes originalmente somos, seguirán adorando a Bolívar en sus plazas, y en un santiamén brotará el mismo bárbaro protagonismo.

X. P.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Fueron guerras civiles en el contexto del colapso de un Imperio .... por el interes del asunto que trata le adjunto este artículo de Tomás Pérez Vejo:

"Criollos contra peninsulares: la bella leyenda" 2010, https://journals.openedition.org/alhim/3431

"La historiografía tradicional sobre las independencias ha tendido a considerar éstas como el resultado de un conflicto de naciones, guerras de liberación nacional, en el que unas preexistentes naciones americanas se liberaban de una también preexistente nación española. En esta interpretación la existencia de dos formas de identidad colectiva de carácter protonacional, criollos (nacidos en América) y peninsulares (nacidos en Europa) ha tenido un papel determinante. Las guerras de independencia habrían sido el resultado de un enfrentamiento entre identidades colectivas definidas por el lugar de nacimiento. Una afirmación que hoy muy pocos historiadores se atreverían a mantener de forma explícita pero que sigue siento el trasfondo último del relato hegemónico sobre las independencias americanas."

Y también ....

Bicentenarios. Elegía criolla. Julio 09, 2010.
https://www.youtube.com/watch?v=GaEJjBeQaE8

Reseña de Iván Vélez "Sobre el libro de Tomás Pérez Vejo, Elegía criolla" 2010
http://www.nodulo.org/ec/2012/n122p03.htm

Bully19 dijo...

Sufres de Sindrome de Estocolmo, tratate...